Cuando un novelista enfoca su objetivo sobre una problemática existencial, ya no se impone como regla o necesidad la obligación de crear para el lector un mundo verosímil. Y, en esos casos límite, puede incluso encontrar ventajoso situar a sus personajes en un mundo francamente inverosímil. Después de que Kafka la hubiera superado, la frontera de lo inverosímil quedó sin policias.
M. Kundera