Lo que hay que evitar es que la narración adquiera un carácter puramente alegórico. Sin relacionarse con ningún tiempo, ha de poder vivir desde sí misma, y aún es bueno que queden en ella pasajes oscuros que ni siquiera el autor es capaz de aclarar. Tales pasajes son a menudo, y yo he tenido experiencia de ello, gérmenes de ulterior fecundidad.
E. Jünger