Me pregunto a mí misma, cuáles eran las condiciones en que vivían
las mujeres; porque la novela, es decir, el trabajo imaginativo, no se
desprende como un guijarro, como puede suceder con la ciencia; la novela
es como una telaraña ligada muy sutilmente, pero al fin ligada a la
vida por los cuatro costados. A veces apenas se percibe la ligadura, las
obras de Shakespeare, por ejemplo, parecen suspendidas por sí,
completas y autónomas. Pero basta tirar de la telaraña en los bordes o
desgarrar el centro para recordar que esas telas no han sido tejidas en
el aire por seres incorpóreos, sino que son el trabajo de criaturas
dolientes, y que están ligadas a cosas burdamente materiales, como la
salud y el dinero y las casas en que vivimos.
V.Woolf