Eso es parte de la manera americana de entender el relato breve. La
historia se detiene en seco. Se acaba. En el caso de ‘El corredor’ no
sabemos por qué ocurre una cosa así. No sabemos quién es el autor del
secuestro. Las frases describen los hechos y después se paran. No hay
más. Es un relato, una historia corta. No hay principio, medio y final.
Hay un comienzo, quizá un cierto desarrollo hacia la mitad y eso es
todo. Es instinto, puro instinto de escritor, lo que me permite saber
que ya no hay más. No puede haberlo. No hay intención de crear ningún
efecto ni de frustrar al lector. Se trata simplemente de que como
escritor tengo de repente la certeza de que el relato se ha acabado.
Don Delillo
Don Delillo